sábado, 23 de enero de 2010

Haiti



HAITI



La  democracia
haitiana nació hace un ratito. En su breve tiempo de vida,
esta criatura hambrienta y enferma no ha recibido más que
bofetadas. Estaba recién nacida, en los días de
fiesta de 1991, cuando fue asesinada por el cuartelazo del general
Raoul Cedras. Tres años más  tarde,
resucitó.


Después de
haber puesto y sacado a tantos dictadores militares, Estados
Unidos sacó y puso al presidente Jean-Bertrand
Aristides,  que había sido el  primer
gobernante electo por voto popular en toda la historia de
Haití y que había tenido la loca ocurrencia de
querer un país menos  injusto.


 El voto y el veto

Para borrar las huellas
de la participación  estadounidense en la dictadura
carnicera del general Cedras, los infantes de marina se llevaron 160
mil páginas de los archivos secretos. Aristides
regresó  encadenado.

 Le
dieron permiso para recuperar el gobierno, pero le prohibieron el
poder. Su sucesor, René Préval, obtuvo casi el 90
por ciento de los votos. Pero, más poder  que
Préval tiene cualquier mandón de cuarta
categoría del Fondo Monetario o del 
Banco Mundial, aunque el pueblo haitiano no lo haya elegido ni con un
voto  siquiera.


Más que el
voto, puede el veto. Veto a las  reformas: cada vez que
Préval,  o alguno de sus ministros, pide
créditos internacionales para dar pan a los hambrientos,
letras a los analfabetos o tierra a los campesinos, no recibe
respuesta, o le contestan ordenándole: -Recite la
lección.

Y como  el
gobierno haitiano no termina de aprender que hay que desmantelar los
pocos  servicios públicos que quedan,
últimos pobres amparos para uno de los pueblos
más desamparados del mundo, los profesores dan por perdido
el examen.

 La coartada
demográfica


A fines del
año pasado cuatro diputados alemanes  visitaron
Haití. No bien  llegaron, la miseria del pueblo les
golpeó los ojos.  Entonces el embajador de Alemania
les explicó, en Port-au-Prince, cuál es

el problema: -Este es un
país superpoblado, dijo.. La mujer haitiana siempre quiere,
y el hombre haitiano siempre puede. Y se rió. Los
diputados  callaron.


Esa noche, uno de ellos,
Winfried Wolf, consultó las cifras. Y comprobó
que Haití es, con El Salvador, el país
más superpoblado de las Américas, pero
está tan superpoblado como Alemania: tiene casi la misma
cantidad de habitantes por kilómetro cuadrado.


En sus días en
Haití, el diputado Wolf no sólo fue golpeado por
la miseria: también fue deslumbrado por la capacidad de
belleza de los pintores  populares. Y llegó a la
conclusión de que Haití está

superpoblado...
de  artistas.


En realidad, la coartada
demográfica es más o menos reciente. Hasta
hace  algunos años, las potencias occidentales
hablaban más claro. La tradición
racista Estados Unidos invadió Haití en 1915 y
gobernó el país hasta 1934.


Se retiró
cuando logró sus dos objetivos: cobrar las deudas del City
Bank  y derogar el artículo constitucional que
prohibía vender plantaciones a los  extranjeros.


Entonces Robert Lansing,
secretario de Estado, justificó la larga y feroz
ocupación militar explicando que la raza negra es incapaz de
gobernarse a sí  misma, que tiene "una tendencia
inherente a la vida

salvaje y una incapacidad
física de civilización".

Uno de los responsables
de la invasión, William Philips, había
incubado  tiempo antes la sagaz idea: "Este es un pueblo
inferior, incapaz de conservar la  civilización que
habían dejado los franceses".





Haití
había sido la perla de la corona, la colonia más
rica de Francia: una gran plantación de azúcar,
con mano  de obra esclava.


En "El
espíritu de las Leyes", Montesquieu lo había
explicado sin pelos en la lengua: "El azúcar
sería demasiado caro si no trabajaran los esclavos en su
producción. Dichos esclavos son negros desde los
pies  hasta la cabeza y  tienen la nariz tan
aplastada que es casi imposible tenerles lástima. Resulta
impensable que Dios, que es un ser muy sabio, haya puesto un alma, y
sobre todo  un alma buena, en un cuerpo enteramente negro".


En cambio, Dios
había puesto un látigo en la mano del mayoral.
Los  esclavos no se distinguían por su voluntad de
trabajo. Los  negros eran esclavos por naturaleza y vagos
también por naturaleza, y la

 naturaleza,
cómplice del orden social, era obra de Dios: el esclavo
debía servir al amo y el amo debía castigar al
esclavo, que no mostraba el menor entusiasmo a la hora de
cumplir  con el designio divino.

Karl von Linneo,
contemporáneo de Montesquieu, había retratado al
negro con precisión científica: "Vagabundo,
perezoso, negligente, indolente y de costumbres disolutas"

Más
generosamente, otro contemporáneo, David Hume,
había comprobado que el negro "puede desarrollar ciertas
habilidades humanas, como el loro que habla algunas palabras".


La humillación
imperdonable.


En 1803 los negros de
Haití propinaron tremenda paliza a las tropas de
Napoleón Bonaparte, y Europa no perdonó
jamás esta humillación infligida a la raza blanca.







 Haití fue el
primer país libre de las Américas.



Estados Unidos
había conquistado antes su independencia, pero
tenía medio  millón de esclavos
trabajando en las plantaciones de algodón y de
tabaco.


Jefferson, que era
dueño de esclavos, decía que todos los hombres
son iguales, pero también decía que los negros
han sido, son y serán inferiores.

La bandera de los libres
se alzó sobre las ruinas. La tierra haitiana
había sido devastada por el monocultivo del
azúcar y  arrasada por las  calamidades de
la guerra contra Francia, y una tercera parte de la
población  había caído en el
combate.

Entonces
empezó el bloqueo. La nación recién
nacida fue condenada a la soledad. Nadie le  compraba, nadie
le vendía, nadie la reconocía. El delito de la
dignidad Ni  siquiera Simón Bolívar, que
tan valiente supo ser, tuvo el coraje de firmar el
reconocimiento diplomático del país negro.


Bolívar
había podido reiniciar su lucha por la
independencia americana,  cuando ya España lo
había derrotado, gracias al apoyo de
Haití.

El gobierno haitiano le
había entregado siete  naves y muchas armas
y  soldados, con la única condición de
que Bolívar liberara a los esclavos, una  idea que
al Libertador no se le había ocurrido. Bolívar
cumplió con este  compromiso, pero
después de su victoria, cuando ya gobernaba la Gran
Colombia,  dio la espalda al país que lo
había salvado.

Y cuando
convocó a las naciones americanas a la
reunión de Panamá, no  invitó
a Haití pero invitó a Inglaterra.

Estados  Unidos
reconoció a Haití recién sesenta
años después del fin de la guerra de
independencia, mientras Etienne Serres, un genio francés de
la anatomía,  descubría en
París que los negros son primitivos porque tienen poca
distancia entre el ombligo y el pene.


Para entonces,
Haití ya estaba en manos de carniceras dictaduras militares,
que destinaban los famélicos recursos del país al
pago de la deuda  francesa:  Europa
había impuesto a Haití la obligación
de pagar a Francia  una indemnización
gigantesca, a modo de perdón por haber cometido el delito de
la dignidad.


 LA HISTORIA DEL
ACOSO CONTRA HAITÍ, QUE EN NUESTROS DÍAS TIENE
DIMENSIONES DE  TRAGEDIA, ES TAMBIÉN  UNA
HISTORIA DEL RACISMO EN LA CIVILIZACIÓN OCCIDENTAL.


Eduardo  Galeano






Haiti, la verdad que abofetea y no cura.


HAITI



La democracia haitiana naci� hace un ratito. En su breve tiempo de vida, esta criatura hambrienta y enferma no ha recibido m�s que bofetadas. Estaba reci�n nacida, en los d�as de fiesta de 1991, cuando fue asesinada por el cuartelazo del general Raoul Cedras. Tres a�os m�s tarde, resucit�.

Despu�s de haber puesto y sacado a tantos dictadores militares, Estados Unidos sac� y puso al presidente Jean-Bertrand Aristides, que hab�a sido el primer gobernante electo por voto popular en toda la historia de Hait� y que hab�a tenido la loca ocurrencia de querer un pa�s menos injusto.

El voto y el veto

Para borrar las huellas de la participaci�n estadounidense en la dictadura carnicera del general Cedras, los infantes de marina se llevaron 160 mil p�ginas de los archivos secretos. Aristides regres� encadenado.
Le dieron permiso para recuperar el gobierno, pero le prohibieron el poder. Su sucesor, Ren� Pr�val, obtuvo casi el 90 por ciento de los votos. Pero, m�s poder que Pr�val tiene cualquier mand�n de cuarta categor�a del Fondo Monetario o del Banco Mundial, aunque el pueblo haitiano no lo haya elegido ni con un voto siquiera.

M�s que el voto, puede el veto. Veto a las reformas: cada vez que Pr�val, o alguno de sus ministros, pide cr�ditos internacionales para dar pan a los hambrientos, letras a los analfabetos o tierra a los campesinos, no recibe respuesta, o le contestan orden�ndole: -Recite la lecci�n.
Y como el gobierno haitiano no termina de aprender que hay que desmantelar los pocos servicios p�blicos que quedan, �ltimos pobres amparos para uno de los pueblos m�s desamparados del mundo, los profesores dan por perdido el examen.
La coartada demogr�fica

A fines del a�o pasado cuatro diputados alemanes visitaron Hait�. No bien llegaron, la miseria del pueblo les golpe� los ojos. Entonces el embajador de Alemania les explic�, en Port-au-Prince, cu�l es
el problema: -Este es un pa�s superpoblado, dijo.. La mujer haitiana siempre quiere, y el hombre haitiano siempre puede. Y se ri�. Los diputados callaron.

Esa noche, uno de ellos, Winfried Wolf, consult� las cifras. Y comprob� que Hait� es, con El Salvador, el pa�s m�s superpoblado de las Am�ricas, pero est� tan superpoblado como Alemania: tiene casi la misma cantidad de habitantes por kil�metro cuadrado.

En sus d�as en Hait�, el diputado Wolf no s�lo fue golpeado por la miseria: tambi�n fue deslumbrado por la capacidad de belleza de los pintores populares. Y lleg� a la conclusi�n de que Hait� est�
superpoblado... de artistas.

En realidad, la coartada demogr�fica es m�s o menos reciente. Hasta hace algunos a�os, las potencias occidentales hablaban m�s claro. La tradici�n racista Estados Unidos invadi� Hait� en 1915 y gobern� el pa�s hasta 1934.

Se retir� cuando logr� sus dos objetivos: cobrar las deudas del City Bank y derogar el art�culo constitucional que prohib�a vender plantaciones a los extranjeros.

Entonces Robert Lansing, secretario de Estado, justific� la larga y feroz ocupaci�n militar explicando que la raza negra es incapaz de gobernarse a s� misma, que tiene "una tendencia inherente a la vida
salvaje y una incapacidad f�sica de civilizaci�n".
Uno de los responsables de la invasi�n, William Philips, hab�a incubado tiempo antes la sagaz idea: "Este es un pueblo inferior, incapaz de conservar la civilizaci�n que hab�an dejado los franceses".



Hait� hab�a sido la perla de la corona, la colonia m�s rica de Francia: una gran plantaci�n de az�car, con mano de obra esclava.

En "El esp�ritu de las Leyes", Montesquieu lo hab�a explicado sin pelos en la lengua: "El az�car ser�a demasiado caro si no trabajaran los esclavos en su producci�n. Dichos esclavos son negros desde los pies hasta la cabeza y tienen la nariz tan aplastada que es casi imposible tenerles l�stima. Resulta impensable que Dios, que es un ser muy sabio, haya puesto un alma, y sobre todo un alma buena, en un cuerpo enteramente negro".

En cambio, Dios hab�a puesto un l�tigo en la mano del mayoral. Los esclavos no se distingu�an por su voluntad de trabajo. Los negros eran esclavos por naturaleza y vagos tambi�n por naturaleza, y la
naturaleza, c�mplice del orden social, era obra de Dios: el esclavo deb�a servir al amo y el amo deb�a castigar al esclavo, que no mostraba el menor entusiasmo a la hora de cumplir con el designio divino.
Karl von Linneo, contempor�neo de Montesquieu, hab�a retratado al negro con precisi�n cient�fica: "Vagabundo, perezoso, negligente, indolente y de costumbres disolutas"
M�s generosamente, otro contempor�neo, David Hume, hab�a comprobado que el negro "puede desarrollar ciertas habilidades humanas, como el loro que habla algunas palabras".

La humillaci�n imperdonable.

En 1803 los negros de Hait� propinaron tremenda paliza a las tropas de Napole�n Bonaparte, y Europa no perdon� jam�s esta humillaci�n infligida a la raza blanca.





Hait� fue el primer pa�s libre de las Am�ricas.


Estados Unidos hab�a conquistado antes su independencia, pero ten�a medio mill�n de esclavos trabajando en las plantaciones de algod�n y de tabaco.

Jefferson, que era due�o de esclavos, dec�a que todos los hombres son iguales, pero tambi�n dec�a que los negros han sido, son y ser�n inferiores.
La bandera de los libres se alz� sobre las ruinas. La tierra haitiana hab�a sido devastada por el monocultivo del az�car y arrasada por las calamidades de la guerra contra Francia, y una tercera parte de la poblaci�n hab�a ca�do en el combate.
Entonces empez� el bloqueo. La naci�n reci�n nacida fue condenada a la soledad. Nadie le compraba, nadie le vend�a, nadie la reconoc�a. El delito de la dignidad Ni siquiera Sim�n Bol�var, que tan valiente supo ser, tuvo el coraje de firmar el reconocimiento diplom�tico del pa�s negro.

Bol�var hab�a podido reiniciar su lucha por la independencia americana, cuando ya Espa�a lo hab�a derrotado, gracias al apoyo de Hait�.
El gobierno haitiano le hab�a entregado siete naves y muchas armas y soldados, con la �nica condici�n de que Bol�var liberara a los esclavos, una idea que al Libertador no se le hab�a ocurrido. Bol�var cumpli� con este compromiso, pero despu�s de su victoria, cuando ya gobernaba la Gran Colombia, dio la espalda al pa�s que lo hab�a salvado.
Y cuando convoc� a las naciones americanas a la reuni�n de Panam�, no invit� a Hait� pero invit� a Inglaterra.
Estados Unidos reconoci� a Hait� reci�n sesenta a�os despu�s del fin de la guerra de independencia, mientras Etienne Serres, un genio franc�s de la anatom�a, descubr�a en Par�s que los negros son primitivos porque tienen poca distancia entre el ombligo y el pene.

Para entonces, Hait� ya estaba en manos de carniceras dictaduras militares, que destinaban los fam�licos recursos del pa�s al pago de la deuda francesa: Europa hab�a impuesto a Hait� la obligaci�n de pagar a Francia una indemnizaci�n gigantesca, a modo de perd�n por haber cometido el delitode la dignidad.

LA HISTORIA DEL ACOSO CONTRA HAIT�, QUE EN NUESTROS D�AS TIENE DIMENSIONES DE TRAGEDIA, ES TAMBI�N UNA HISTORIA DEL RACISMO EN LA CIVILIZACI�N OCCIDENTAL.

Eduardo Galeano



Haiti


HAITI



La democracia haitiana naci� hace un ratito. En su breve tiempo de vida, esta criatura hambrienta y enferma no ha recibido m�s que bofetadas. Estaba reci�n nacida, en los d�as de fiesta de 1991, cuando fue asesinada por el cuartelazo del general Raoul Cedras. Tres a�os m�s tarde, resucit�.

Despu�s de haber puesto y sacado a tantos dictadores militares, Estados Unidos sac� y puso al presidente Jean-Bertrand Aristides, que hab�a sido el primer gobernante electo por voto popular en toda la historia de Hait� y que hab�a tenido la loca ocurrencia de querer un pa�s menos injusto.

El voto y el veto

Para borrar las huellas de la participaci�n estadounidense en la dictadura carnicera del general Cedras, los infantes de marina se llevaron 160 mil p�ginas de los archivos secretos. Aristides regres� encadenado.
Le dieron permiso para recuperar el gobierno, pero le prohibieron el poder. Su sucesor, Ren� Pr�val, obtuvo casi el 90 por ciento de los votos. Pero, m�s poder que Pr�val tiene cualquier mand�n de cuarta categor�a del Fondo Monetario o del Banco Mundial, aunque el pueblo haitiano no lo haya elegido ni con un voto siquiera.

M�s que el voto, puede el veto. Veto a las reformas: cada vez que Pr�val, o alguno de sus ministros, pide cr�ditos internacionales para dar pan a los hambrientos, letras a los analfabetos o tierra a los campesinos, no recibe respuesta, o le contestan orden�ndole: -Recite la lecci�n.
Y como el gobierno haitiano no termina de aprender que hay que desmantelar los pocos servicios p�blicos que quedan, �ltimos pobres amparos para uno de los pueblos m�s desamparados del mundo, los profesores dan por perdido el examen.
La coartada demogr�fica

A fines del a�o pasado cuatro diputados alemanes visitaron Hait�. No bien llegaron, la miseria del pueblo les golpe� los ojos. Entonces el embajador de Alemania les explic�, en Port-au-Prince, cu�l es
el problema: -Este es un pa�s superpoblado, dijo.. La mujer haitiana siempre quiere, y el hombre haitiano siempre puede. Y se ri�. Los diputados callaron.

Esa noche, uno de ellos, Winfried Wolf, consult� las cifras. Y comprob� que Hait� es, con El Salvador, el pa�s m�s superpoblado de las Am�ricas, pero est� tan superpoblado como Alemania: tiene casi la misma cantidad de habitantes por kil�metro cuadrado.

En sus d�as en Hait�, el diputado Wolf no s�lo fue golpeado por la miseria: tambi�n fue deslumbrado por la capacidad de belleza de los pintores populares. Y lleg� a la conclusi�n de que Hait� est�
superpoblado... de artistas.

En realidad, la coartada demogr�fica es m�s o menos reciente. Hasta hace algunos a�os, las potencias occidentales hablaban m�s claro. La tradici�n racista Estados Unidos invadi� Hait� en 1915 y gobern� el pa�s hasta 1934.

Se retir� cuando logr� sus dos objetivos: cobrar las deudas del City Bank y derogar el art�culo constitucional que prohib�a vender plantaciones a los extranjeros.

Entonces Robert Lansing, secretario de Estado, justific� la larga y feroz ocupaci�n militar explicando que la raza negra es incapaz de gobernarse a s� misma, que tiene "una tendencia inherente a la vida
salvaje y una incapacidad f�sica de civilizaci�n".
Uno de los responsables de la invasi�n, William Philips, hab�a incubado tiempo antes la sagaz idea: "Este es un pueblo inferior, incapaz de conservar la civilizaci�n que hab�an dejado los franceses".



Hait� hab�a sido la perla de la corona, la colonia m�s rica de Francia: una gran plantaci�n de az�car, con mano de obra esclava.

En "El esp�ritu de las Leyes", Montesquieu lo hab�a explicado sin pelos en la lengua: "El az�car ser�a demasiado caro si no trabajaran los esclavos en su producci�n. Dichos esclavos son negros desde los pies hasta la cabeza y tienen la nariz tan aplastada que es casi imposible tenerles l�stima. Resulta impensable que Dios, que es un ser muy sabio, haya puesto un alma, y sobre todo un alma buena, en un cuerpo enteramente negro".

En cambio, Dios hab�a puesto un l�tigo en la mano del mayoral. Los esclavos no se distingu�an por su voluntad de trabajo. Los negros eran esclavos por naturaleza y vagos tambi�n por naturaleza, y la
naturaleza, c�mplice del orden social, era obra de Dios: el esclavo deb�a servir al amo y el amo deb�a castigar al esclavo, que no mostraba el menor entusiasmo a la hora de cumplir con el designio divino.
Karl von Linneo, contempor�neo de Montesquieu, hab�a retratado al negro con precisi�n cient�fica: "Vagabundo, perezoso, negligente, indolente y de costumbres disolutas"
M�s generosamente, otro contempor�neo, David Hume, hab�a comprobado que el negro "puede desarrollar ciertas habilidades humanas, como el loro que habla algunas palabras".

La humillaci�n imperdonable.

En 1803 los negros de Hait� propinaron tremenda paliza a las tropas de Napole�n Bonaparte, y Europa no perdon� jam�s esta humillaci�n infligida a la raza blanca.





Hait� fue el primer pa�s libre de las Am�ricas.


Estados Unidos hab�a conquistado antes su independencia, pero ten�a medio mill�n de esclavos trabajando en las plantaciones de algod�n y de tabaco.

Jefferson, que era due�o de esclavos, dec�a que todos los hombres son iguales, pero tambi�n dec�a que los negros han sido, son y ser�n inferiores.
La bandera de los libres se alz� sobre las ruinas. La tierra haitiana hab�a sido devastada por el monocultivo del az�car y arrasada por las calamidades de la guerra contra Francia, y una tercera parte de la poblaci�n hab�a ca�do en el combate.
Entonces empez� el bloqueo. La naci�n reci�n nacida fue condenada a la soledad. Nadie le compraba, nadie le vend�a, nadie la reconoc�a. El delito de la dignidad Ni siquiera Sim�n Bol�var, que tan valiente supo ser, tuvo el coraje de firmar el reconocimiento diplom�tico del pa�s negro.

Bol�var hab�a podido reiniciar su lucha por la independencia americana, cuando ya Espa�a lo hab�a derrotado, gracias al apoyo de Hait�.
El gobierno haitiano le hab�a entregado siete naves y muchas armas y soldados, con la �nica condici�n de que Bol�var liberara a los esclavos, una idea que al Libertador no se le hab�a ocurrido. Bol�var cumpli� con este compromiso, pero despu�s de su victoria, cuando ya gobernaba la Gran Colombia, dio la espalda al pa�s que lo hab�a salvado.
Y cuando convoc� a las naciones americanas a la reuni�n de Panam�, no invit� a Hait� pero invit� a Inglaterra.
Estados Unidos reconoci� a Hait� reci�n sesenta a�os despu�s del fin de la guerra de independencia, mientras Etienne Serres, un genio franc�s de la anatom�a, descubr�a en Par�s que los negros son primitivos porque tienen poca distancia entre el ombligo y el pene.

Para entonces, Hait� ya estaba en manos de carniceras dictaduras militares, que destinaban los fam�licos recursos del pa�s al pago de la deuda francesa: Europa hab�a impuesto a Hait� la obligaci�n de pagar a Francia una indemnizaci�n gigantesca, a modo de perd�n por haber cometido el delitode la dignidad.

LA HISTORIA DEL ACOSO CONTRA HAIT�, QUE EN NUESTROS D�AS TIENE DIMENSIONES DE TRAGEDIA, ES TAMBI�N UNA HISTORIA DEL RACISMO EN LA CIVILIZACI�N OCCIDENTAL.

Eduardo Galeano



miércoles, 13 de enero de 2010

Mi pregunta es...

Mi pregunta abierta en Yahoo:

�Est� bien depender de la medicina?

Esta costumbre, la de depender de la medicina para todos los males que nos aquejan �no es antinatural? en definitiva evadimos, burlamos la selecci�n natural donde debe prevalecer el m�s apto. Al corregir y asistir ineficiencias f�sicas y/o biol�gicas �no estamos involucionando?.

La Suiza de Am�rica.




Uruguay posee el mejor hotel de Am�rica del Sur:

Hotel L'Auberge
Carnoustie y Av. del Agua
Barrio Parque de Golf | CP 20100 | Punta del Este | Uruguay
Tel.: (598 42) 48 8888* | Fax: (598 42) 48 3408
lauberge@laubergehotel.com






El secreto mejor guardado fue distinguido en el mundo
L` Auberge. El n�mero 1 de Sudam�rica, seg�n Cond� Nast


PUNTA DEL ESTE | VIVIANA RUGGIERO

Sin una exuberante infraestructura, pero cuidando m�nimos detalles que parecen pasar desapercibidos, el hotel L` Auberge se transform� en el mejor de Sudam�rica, seg�n Cond� Nast Johansens, editora internacional de gu�as de hoteles de lujo.

El hotel L` Auberge, instalado en el coraz�n del barrio del Golf desde hace cinco d�cadas, se caracteriza en Punta del Este por una majestuosa torre de 45 metros de alto y sus deliciosos waffles.







En 36 habitaciones divididas en seis categor�as, L` Auberge recibe unos 10.000 hu�spedes por a�o. Durante el 2009 el hotel acogi�, en tres oportunidades, a sus visitantes m�s trascendentes para la historia del lugar ya que resultaron ser inspectores de la publicaci�n Cond� Nast Johansens.

Los fiscalizadores visitan miles de hoteles, casas rurales, paradores, balnearios y complejos tur�sticos en 60 pa�ses y seleccionan los mejores para recomendarlos a sus lectores.

Los primeros d�as de enero representantes de la destacada publicaci�n informaron a la direcci�n de L` Auberge que su hotel estaba dentro de la n�mina premiada y que hab�a sido distinguido como el mejor hotel del continente 2010. La n�mina cubr�a 31 categor�as, incluyendo el mejor Resort, el mejor hotel de campo, el mejor hotel de playa, etc.

El director de L` Auberge, Ignacio Carrera, coment� a El Pa�s que si bien est� muy orgulloso del hotel que tiene junto a su esposa le parece "una exageraci�n" el premio.

"Yo no pod�a creer. Respond� el mail agradeciendo y pregunt� por qu� nos hab�an elegido. La respuesta fue muy amable y parca a la vez: `Felicitaciones por su trabajo, el premio es muy merecido`".

El empresario reconoce que el hotel no tiene una gran infraestructura pero es consciente que en varios aspectos supera ampliamente la media internacional.

Igualmente dice no tener certeza sobre cu�les fueron los elementos que se tuvieron en cuenta para la premiaci�n, pero arriesga que los inspectores supieron rescatar el "af�n de reinversi�n" que tiene la direcci�n del hotel y "el estilo de atenci�n" que tiene el personal.







"Nuestros empleados atienden a los hu�spedes como nosotros atendemos a nuestro personal. Tenemos un trato muy c�lido con ellos y con sus familias porque todos tienen m�s de diez a�os con nosotros. De hecho tenemos seis matrimonios que trabajan ac� y que tienen sentido de pertenencia hacia el hotel y eso se nota a la hora de la atenci�n al hu�sped", coment� Carrera.

El Ministerio de Turismo y Deportes felicit� a la firma y agreg� que es una distinci�n "excelente para todo Uruguay".

CONFORT. L` Auberge apunta a un p�blico de nivel socioecon�mico alto.

El 90% de sus hu�spedes son extranjeros, principalmente del hemisferio norte. Dentro del hemisferio sur la mayor�a son brasile�os y argentinos.

"Hay clientes que vienen desde hace m�s de 15 a�os y a los que nosotros les reservamos su habitaci�n porque ya sabemos que en determinada fecha vienen a Punta del Este. Tambi�n sabemos de hu�spedes que no vienen al balneario si no tienen lugar para hospedarse aqu�", afirm� Carrera.

Entre los servicios de confort que tiene el lugar ofrece una piscina instalada en un m�gico jard�n, una barbacoa, un exquisito sal�n de t�, un gimnasio y una sala de conferencias a la que concurri� George W. Bush (padre) en 1990 cuando asumi� Luis Alberto Lacalle.

En el sal�n de t� se preparan los waffles de acuerdo con la receta original belga que son consumidos por hu�spedes y por cientos de visitantes del balneario durante todo el a�o. "Cuando nosotros compramos el hotel ya estaban las estructuras para cocinar los waffles. Es incre�ble la fama que lograron. Muchos hu�spedes de varios pa�ses, nos han dicho que nuestros waffles son los m�s ricos".

Todas las habitaciones de L`Auberge son elegantes, luminosas y muy acogedoras. Cada una tiene un toque distinto en su decoraci�n con antig�edades y obras de arte que se integran al m�s moderno confort. Una de las caracter�sticas es que ninguna tiene nombre ni n�mero en la puerta. Seg�n el empresario "para que los hu�sped se sientan como en casa".





La cifra
800 D�lares es el precio de la suite para dos personas en L` Auberge en temporada alta. La habitaci�n m�s cl�sica vale US$ 300.


Nota extra�da de: El Pa�s Digital



Adriana Caldas
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